Archivo de la categoría: Narrativa

Juan Benet: Pertinax (una fábula)

DESPUÉS DE CARNAVAL, EL VERDADERO CARNAVAL, LAS AUtÉNtICAS MÁSCARAS…

Al despedirse le advirtió, con un tono de Cierta severidad:

-En ausencia mía no deberás visitar a Pertinax. Cuídate mucho de hacerlo, pues de otra suerte puedes provocar un serio disgusto entre nosotros.

La mujer permaneció en su casa obediente de las instrucciones de su marido, quien a su vuelta le interrogó acerca de las personas que había visto en su ausencia.

-He visto a Pertinax -repuso ella.

-¿No te advertí que no fueras avisitarle? -preguntl él con enojo.

-No fui yo a visitarle. Fue él quien vino aquí en ausencia tuya.

Fue el marido en busca de Pertinax y le preguntó: -¿Qué derecho te asiste para visitar a mi mujer en mi ausencia?
-No fui a visitar a tu mujer -contestó Pertinax, sin perder la calma- sino a ti, pues ignoraba que te hallaras ausente de tu casa. En lo sucesivo deberás advertírmelo si no deseas que se produzca de nuevo esa circunstancia que tanto te mortifica.
No satisfecho con tal explicación, el marido ingenió una estratagema para averiguar las intenciones de Pertinax y descubrir la índole de las relaciones que mantenía con su mujer. Despachó a ésta de la casa con un pretexto cualquiera, y disfrazándose con sus ropas, envió un criado a Pertinax para comunicarle que hallándose en su casa esperaba ser honrado con su visita.
Pero la mujer, recelosa de la conducta de un marido que se comportaba de manera tan desconsiderada y averiguando en parte sus intenciones, decidió -disfrazada de Pertinax- volver a su casa para representar el papel que deseaba que presenciase su marido.

Por su parte Pertinax, al advertir que la mujer se hallaba sola en la casa, contrariamente a las noticias que había recibido, se disfrazó de su marido, sin otra intención que la de descubrir la intimidad de las relaciones que les unía.

Así pues, cuando el falso Pertinax -que no era otra que la mujer- se rindió a la casa para cursar la visita a la que había sido invitado, se encontró con que el matrimonio le estaba esperando, a diferencia de lo que había presumido.

La circunstancia en que se vieron envueltos los tres era análoga para cada uno de ellos, pues los tres sabían, cada cual por su lado, que uno al menos de los otros dos se hallaba disfrazado, sin poder asegurar cuál de ellos era, ni siquiera si lo estaban los dos. En efecto, cualquiera de ellos podía razonar así: si sólo hay uno disfrazado debe haberse disfrazado de mí, puesto que yo lo estoy de él, y, por tanto, el auténtico sólo puede ser aquél de quien yo estoy disfrazado. Ahora bien, como no está disfrazado, no tiene por qué saber que lo estamos nosotros y, por consiguiente, al no tener ninguna razón para suponer una mixtificación no lo romperá. Y sí, por el contrario, lo están los dos, el que está disfrazado de mí es aquel de quien yo no estoy disfrazado, del cual ignora si está disfrazado o no. Así pues, no es posible saber quién está disfrazado de quién, a menos que uno -atreviéndose a revelar las intenciones que le llevaron a adoptar tal disfraz- se apresure a descubrir su identidad ante los demás, cosa en verdad poco probable.
En consecuencia -debieron pensar, cada cual por su lado–, si queremos preservar nuestros más íntimos pensamientos e intenciones, hemos de seguir disfrazados para siempre, lo cual, si cada uno ha elegido con tino su disfraz, no cambiará nada las cosas.

SOBRE LA METAMORFOSIS II: IMPLACABLE KAFKA

Para Kafka, la literatura será ese “refugio interior” del individuo, el lugar donde busca su identidad dentro del colectivo, en este caso, la familia, pero también, por extensión metafórica, la sociedad o el estado; una colectividad que se edifica sobre la eliminación de diferencias y la igualación despersonalizadora y represiva. El primer nivel de esta lucha, y el más inmediato, es el familiar, centrado en la figura del padre: “si quería escapar de ti, tenía que hacerlo también de la familia, incluida mi madre” (y aquí se apuntan lecturas psicoanalíticas). Voluntad y autoridad luchan por desembarazarse una de otra, romper esa falsa relación que sólo se sostiene por un resignado equilibrio impuesto desde fuera: “era un elemental deber de familia sobreponerse a la repugnancia y resignarse”. El rechazo es recíproco: “la tortura tiene para mí una gran importancia y sólo me preocupo de sufrirla o de infringirla” (Cartas a Milena). Como Lautréamont, desea Kafka sembrar el desorden en la familia: “no sólo perdí el sentido de la familia […] era absolutamente negativo, consistente en la íntima separación de ti” (CP). No hay solución posible: “La causa de la imposibilidad inmediata de lograr un equilibrio justo […] dentro de este animal familiar radica en la falta de equivalencia que existe entre sus partes constitutivas, es decir, en la enorme supremacía del poder de los padres frente a los hijos” (de una Carta sobre la educación de los niños).

La transformación/metamorfosis de Samsa es, pues, una provocación deliberada. No obstante, la familia reacciona y se impone: el territorio del individuo –la habitación de Gregor- es invadido por las fuerzas desimbolizadoras (le retiran los muebles  efectos personales, se convierte en un trastero lleno de suciedad; Samsa se aferra al retrato de una mujer que cuelga de la pared…). La estrategia de Kafka es coupar esas pequeñas zonas que el padre deja libres –extendido transversalmente sobre un mapamundi (CP)- y tratar de unificarlas (Jordi Llovet: no hay insularidad, sino transversalidad y, como conseciuencia, universalidad). Fracasados los intentos de liberación por la religión (CP: “tampoco el judaísmo pudo salvarme de ti”) o por el matrimonio (CP: “En realidad, los proyectos matrimoniales fueron el intento más grandioso y esperanzado de salvación, aunque luego, evidentemente, no fue menos grandioso el fracaso final”), el intento de realizar la sutura del cuerpo fragmentado lo llevará a cabo la literatura, transformada en campo de batalla: “con tu aversión atacaste de un modo más acertado mi actividad de escribir […] En dicha actividad había conquistado de hecho cierta independencia respecto a ti, aunque esa independencia recordaba un poco a la del gusano” (CP).

Oponiendo la Poesía a la Prosa hubiera salido derrotado. Pero Kafka instala su obra en la mayor sencillez, en la claridad absoluta, con una prosa casi de informe jurídico o de acta notarial: ¡qué absolutamente terribles resultan la lógica, tranquilidad y humanidad de los razonamientos y sentimientos de ese ser aparentemente monstruoso!, ¡qué inerme la prosa cuando se la ataca desde dentro, usando el Símbolo, pero también la Ironía y el Humor!

“Con mi actividad literaria y todo lo que ésta lleva consigo he efectuado pequeñas tentativas der independizarme, de evadirme, con un  éxito casi nulo” (CP). En este “casi” reside la salvación.

El final de La metamorfosis es otro guiño irónico: la hermana, Grete, también se ha transformado, es ya una mujer hermosa en edad de casarse, es decir, independizarse de los padres legítimamente (con su beneplácito o con su manipulación) y formar su propia familia. Este círculo cerrado era, paradójicamente, una de las aspiraciones vitales de Kafka: lo que le separaría del padre pero, a la vez, le pondría a su mismo nivel, esa altura tan odiada: Pero Kafka tuvo que elegir entre Vida y Literatura y optó por su literatura, esa literatura “sin propósito estético alguno, y menos literario” (Hermann Broch) de la que hizo su vida.

No cuenta el triunfo ni la derrota, al fin y al cabo precisa de ambos momentos (CP: “Si se evade, no puede efectuar dicha transformación, y si la efectúa, no puede evadirse”), sino la necesidad implacable de la lucha. El resultado final puede ser la muerte del individuo-hijo-insecto-artista-escritor (piénsese también en el relato La condena), pero el texto, como el ejemplar de La metamorfosis que Franz dejaba en la mesita de noche de Hermann Kafka, queramos o no, nos acecha con su desgarrada y excesiva realidad.

kafka Kafka5jahre kafkaysupadre pic_1358691064

 

 

 

SOBRE LA METAMORFOSIS I: KAFKA IMPECABLE

images

SOBRE LA METAMORFOSIS DE FRANZ KAFKA (PRIMERA PARTE)

“Mis escritos trataban de ti; en ellos exponía las quejas que no podía formularte directamente, reclinándome en tu pecho. Era una despedida de ti, intencionadamente dilatada.”

CARTA AL PADRE

De todas las alienaciones que sufrió Franz Kafka (judío de lengua alemana entre cristianos checos, burgués anarquizante entre proletarios socialistas…) es sin duda la alienación familiar la que provoca su inestabilidad emocional y condiciona en mayor medida el carácter de su obra. Escritura y realidad íntimamente unidas: la literatura –refugio y salvación– sustituye a la vida en un esfuerzo por superar la impotencia o extrañamiento del artista: “me sentía a salvo escribiendo, podía respirar” (Carta al padre). Purgación, intento de liberación y de reconciliación.

El inicio de La metamorfosis nos advierte: “No soñaba, no”. Creo, pues, que es un camino válido –uno entre muchos- leerlo como un texto decididamente realista y autobiográfico, con la ayuda de la Carta al padre, una autointerpretación más que una confesión.

En su Diario escribe: “Vivo en el seno de mi familia, en medio de las personas mejores y más amables, sintiéndome más extranjero que un extranjero”. Punto de partida de esa metamorfosis o de una transformación más humilde (como quiere Jordi Llovet), de ir por casa, transformación pasajera para el afectado, trágica metamorfosis para la familia. Ese “monstruoso insecto” llamado Gregor Samsa (otra pista más: Samsa oculta un anagrama de Kafka) pertenece a la galería de los seres repugnantes con los que gustaba compararse el autor (por ejemplo, en las Cartas a Milena: “no soy más que un pobre ratón en un rincón de una casa grande” o “el heroísmo de quedarse a pesar de todo se parece al de las cucarachas que nada consigue expulsar de los cuartos de baño”).

Esta misma transformación se puede seguir en la Carta al padre (CP) y en otros textos autobiográficos, con la misma evolución:

1)      Cambios físicos: “mi propio cuerpo se volvió para mí inseguro; crecía, me volvía larguirucho, pero no sabía qué hacer con mi estatura, la carga era demasiado pesada, la espalda se encorvaba.” (CP)

2)      La reclusión en un espacio: “siempre me he ocultado de i ten mi habitación. (CP)

3)      Pérdida del habla (“Es una voz de animal”): “la imposibilidad de una relación serena tuvo otra consecuencia, por otra parte muy natural: perdí la facultad de hablar.” (CP)

4)      Manifestación de la inquietud (“Y, presa de remordimientos e inquietudes, comenzó a trepar por todas las paredes”): “Mi cuerpo tiene miedo y […] se sube por la pared, trepando lentamente” (Cartas a Milena).

5)      Otros procesos psíquicos: necesidad de estímulo, sensación de culpabilidad y mendicidad, miedo a los demás y pérdida de la confianza en sí mismo (CP) culminan en la convicción “de que tenía que desaparecer”.

6)      Algunos episodios concretos literaturizados: “También me horrorizabas cuando corrías profiriendo gritos alrededor de la mesa, persiguiendo a uno de nosotros […] y parecía como si la madre, finalmente, lo salvase. Y al niño le parecía que, una vez más, había conservado la vida por tu misericordia” (CP). Claramente este episodio biográfico se transforma en La metamorfosis en la persecución y el lanzamiento de manzanas por parte del padre que concluye con este impresionante pasaje: “Y Gregorio, con la vista ya nublada, sintió por último cómo su madre, con las manos cruzadas en la nuca del padre, le suplicaba que perdonase la vida al hijo”.

200px-Metamorphosisdefault

INVITACIÓN / INCITACIÓN A JULIO CORTÁZAR (1914-1984)

CARTA A UNA SEÑORITA EN PARÍS

Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano.

Comprendí que no podía matarlo. Pero esa misma noche vomité un conejito negro. Y dos días después uno blanco. Y a la cuarta noche un conejito gris.

CASA TOMADA

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

REUNIÓN CON UN CÍRCULO ROJO

Usted, como pasa tantas veces, no hubiera podido precisar el momento en que creyó entender; también en el ajedrez y en el amor hay esos instantes en que la niebla se triza y es entonces que se cumplen las jugadas o los actos que un segundo antes hubieran sido inconcebibles. Sin siquiera una idea articulable olió el peligro.

AXOLOLT

Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.

CIRCE

Delia estaba contenta del resultado, dijo a Mario que su descripción del sabor se acercaba a lo que había esperado. Todavía faltaban ensayos, había cosas sutiles por equilibrar. Los Mañara le dijeron a Mario que Delia no había vuelto a sentarse al piano, que se pasaba las horas preparando los licores, los bombones. No lo decían con reproche, pero tampoco estaban contentos; Mario adivinó que los gastos de Delia los afligían. Entonces pidió a Delia en secreto una lista de las esencias y sustancias necesarias. Ella hizo algo que nunca antes, le pasó los brazos por el cuello y lo besó en la mejilla. Su boca olía despacito a menta. Mario cerró los ojos llevado por la necesidad de sentir el perfume y el sabor desde debajo de los párpados. Y el beso volvió, más duro y quejándose.

LA AUTOPISTA DEL SUR

Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde…

LA ISLA A MEDIODÍA

La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada. Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés.

LA NOCHE BOCA ARRIBA

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. «Natural», dijo él. «Como que me la ligué encima…»

LA SEÑORITA CORA

No entiendo por qué no me dejan pasar la noche en la clínica con el nene, al fin y al cabo soy su madre y el doctor De Luisi nos recomendó personalmente al director. Podrían traer un sofá cama y yo lo acompañaría para que se vaya acostumbrando, entró tan pálido el pobrecito como si fueran a operarlo en seguida, yo creo que es ese olor de las clínicas, su padre también estaba nervioso y no veía la hora de irse, pero yo estaba segura de que me dejarían con el nene. Después de todo tiene apenas quince años y nadie se los daría, siempre pegado a mí aunque ahora con los pantalones largos quiere disimular y hacerse el hombre grande.

LAS MÉNADES

─Ahí tiene, ahí tiene a un hombre que ha conseguido lo que pocos. No sólo ha formado una orquesta sino un público. ¿No es admirable?

─Sí ─dije yo con mi condescendencia habitual.

─A veces pienso que debería dirigir mirando hacia la sala, porque también nosotros somos un poco sus músicos.

─No me incluya, por favor ─dije─. En materia de música tengo una triste confusión mental. Este programa, por ejemplo, me parece horrendo. Pero sin duda me equivoco.

LEJANA

30 de enero

Pobre Luis María, qué idiota casarse conmigo. No sabe lo que se echa encima. O debajo, como dice Nora que posa de emancipada intelectual.

PÁGINA ASESINA

En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere.

RAYUELA (CAPÍTULO 68)

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balpamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

LOS REYES

TESEO


Vine a eso. A matarte y callar. Sólo mientras Ariana esté en peligro. Apenas la alce a mi nave, todo yo seré voz gritando tu muerte, para que el aire caiga como una plaga en la cara de Minos.

MINOTAURO


Iré delante de ti, trepado en el viento.

TESEO


No serás más que un recuerdo que morirá con el caer del primer sol.

MINOTAURO


Llegaré a Ariana antes que tú. Estaré entre ella y tu deseo. Alzado como una luna roja iré en la proa de tu nave. Te aclamarán los hombres del puerto. Yo bajaré a habitar los sueños de sus noches, de sus hijos, del tiempo inevitable de la estirpe. Desde allí cornearé tu trono, el cetro inseguro de tu raza… Desde mi libertad final y ubicua, mi laberinto diminuto y terrible en cada corazón de hombre.

EL SENTIMIENTO DE LO FANTÁSTICO

Ya no sé quién dijo, una vez, hablando de la posible definición de la poesía, que la poesía es eso que se queda afuera, cuando hemos terminado de definir la poesía. Creo que esa misma definición podría aplicarse a lo fantástico, de modo que, en vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico, en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una excepción.

Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento e incluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.

SOBRE EL CUENTO

Basta preguntarse por qué un determinado cuento es malo. No es malo por el tema, porque en literatura no hay temas buenos ni temas malos, hay solamente un buen o un mal tratamiento del tema. Tampoco es malo porque los personajes carecen de interés, ya que hasta una piedra es interesante cuando de ella se ocupan un Henry James o un Franz Kafka. Un cuento es malo cuando se lo escribe sin esa tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas. Y así podemos adelantar ya que las nociones de significación, de intensidad y de tensión han de permitirnos, como se verá, acercarnos mejor a la estructura misma del cuento.

ULISSES A L’INFERN: LA DIVINA COMEDIA

ULISSES A L’INFERN

Dante, Divina Comèdia, Infern, Cant XXVI, vv. 90-142.

gittò voce di fuori, e disse: «Quando

mi diparti’ da Circe, che sottrasse

me più d’un anno là presso a Gaeta,

prima che sì Enëa la nomasse,

né dolcezza di figlio, né la pieta

del vecchio padre, né ‘l debito amore

lo qual dovea Penelopè far lieta,

vincer potero dentro a me l’ardore

ch’i’ ebbi a divenir del mondo esperto

e de li vizi umani e del valore;

ma misi me per l’alto mare aperto

sol con un legno e con quella compagna

picciola da la qual non fui diserto.

L’un lito e l’altro vidi infin la Spagna,

fin nel Morrocco, e l’isola d’i Sardi,

e l’altre che quel mare intorno bagna.

Io e ‘ compagni eravam vecchi e tardi

quando venimmo a quella foce stretta

dov’Ercule segnò li suoi riguardi

acciò che l’uom più oltre non si metta;

da la man destra mi lasciai Sibilia,

da l’altra già m’avea lasciata Setta.

«O frati», dissi, «che per cento milia

perigli siete giunti a l’occidente,

a questa tanto picciola vigilia

d’i nostri sensi ch’è del rimanente

non vogliate negar l’esperïenza,

di retro al sol, del mondo sanza gente.

Considerate la vostra semenza:

fatti non foste a viver come bruti,

ma per seguir virtute e canoscenza».

Li miei compagni fec’io sì aguti,

con questa orazion picciola, al cammino,

che a pena poscia li avrei ritenuti;

e volta nostra poppa nel mattino,

de’ remi facemmo ali al folle volo,

sempre acquistando dal lato mancino.

Tutte le stelle già de l’altro polo

vedea la notte, e ‘l nostro tanto basso,

che non surgëa fuor del marin suolo.

Cinque volte racceso e tante casso

lo lume era di sotto da la luna,

poi che ‘ntrati eravam ne l’alto passo,

quando n’apparve una montagna, bruna

per la distanza, e parvemi alta tanto

quanto veduta non avëa alcuna.

Noi ci allegrammo, e tosto tornò in pianto;

ché de la nova terra un turbo nacque

e percosse del legno il primo canto.

Tre volte il fé girar con tutte l’acque;

a la quarta levar la poppa in suso

e la prora ire in giù, com’altrui piacque,

infin che ‘l mar fu sovra noi richiuso».

Traducció al castellà:

lanzó afuera la voz y dijo: Cuando

me alejé de Circe, que me retuvo

más de un año preso en Gaeta,

antes que así Eneas la nombrara,

ni la dulzura del hijo, ni la piedad

del viejo padre, ni el debido amor

que debía a Penélope hacer dichosa,

vencer pudieron dentro de mí el ardor

que tuve de hacerme del mundo experto

y de los vicios humanos y de su valor;

antes, me lancé por el alto mar abierto

con sólo un barco y con aquellos compañeros

pocos, de los que no fui abandonado.

De costa en costa vi al final los límites de España,

hasta el Marruecos, y la isla de los Sardos,

y las otras que aquel mar en torno baña.

Yo y mis compañeros éramos viejos y tardos

cuando llegamos a aquella fosa estrecha

donde Hércules marcó sus dos resguardos

para que el hombre más allá no se meta;

a la derecha mano dejé Sevilla,

de la otra ya había dejado Ceuta.

“¡Oh hermanos”, dije, “que por cien mil

peligros habéis llegado a occidente,

de esta tan pequeña vigilia

de nuestro sentidos remanente

no queráis negaros la experiencia,

siguiendo al Sol, hacia el mundo sin gente

Considerad vuestra simiente:

hechos no fuisteis para vivir como brutos,

sino para perseguir virtud y conocimiento”.

Mis compañeros tornáronse tan ansiosos,

con esta mi breve arenga, de seguir camino,

que apenas podría con esfuerzo contenerlos;

y, vuelta nuestra popa a la mañana,

de los remos hicimos alas para el loco vuelo,

avanzando siempre por el lado izquierdo.

Todas las estrellas ya del otro polo

veía la noche, y el nuestro tan abajo,

que no asomaba fuera del marino suelo.

Cinco veces encendida y tantas apagadas

pasó la luz por debajo de la Luna,

luego que entrados fuimos en aquel gran paso,

cuando apareció una montaña, bruna

en la distancia, y parecióme tan alta

como no había visto nunca una.

Nos alegramos, aunque enseguida volvióse llanto,

porque de la nueva tierra un torbellino nació

que golpeó al leño en su primer lado.

Tres vueltas nos hizo girar con toda el agua;

y en la cuarta se alzó la popa en alto,

como a Otro plugo, y la proa se fue abajo,

y al fin el mar sobre nosotros volvió a cerrarse.

Traducció al català:

llançà fora una veu, i digué:

«Quan vaig deixar Circe, que em va retenir

més d’un any per allà prop de Gaeta,

abans que Eneas li donés el nom,

ni la dolçor del fill, ni la pietat

pel meu vell pare, ni l’amor degut,

que hauria fet Penèlope contenta,

no van poder vèncer en mi l’ardor

que tenia de fer-me expert del món

i dels vicis i valors dels humans;

i vaig entrar en l’alta mar oberta

sol amb la nau i aquella companyia

petita que mai no m’havia deixat.

Vaig veure els dos litorals fins a Espanya,

fins al Marroc i a l’illa de Sardenya,

i les altres que banya aquesta mar.

Jo i els companys érem ja vells i lents

quan arribàrem a aquell pas estret

on Hèrcules deixà els seus dos senyals

a fi que els homes no vagen més lluny;

a mà dreta vàrem deixar Sevilla,

i a l’altra mà havíem deixat Ceuta.

‘Oh germans’, els vaig dir, ‘que per cent mil

perills heu arribat a l’occident,

a aquesta breu vigília dels sentits

que encara ens queda per aprofitar

no li vulgueu negar l’experiència

del món sense habitants, seguint el sol.

Recordeu-vos de la vostra llavor:

no vau ser fets per viure com les bèsties,

sinó adquirint virtut i coneixença.’

Vaig donar als companys tan gran desig

de fer camí, amb aquest petit discurs,

que a penes si els podia retenir;

i, amb la popa girada a l’orient,

dels rems vam fer ales per a un vol boig,

sempre guanyant camí cap a l’esquerra.

A la nit veia totes les estrelles

de l’altre pol, i el nostre era tan baix

que no s’alçava ja del sòl del mar.

Cinc vegades s’encengué i s’apagà

la llum que es veu per sota de la lluna

després de travessar el pas terrible,

quan va sorgir una muntanya, bruna

per la distància, i em semblà tan alta

com no n’havia vista mai cap altra.

La nostra joia aviat es tornà plor:

de la nova terra nasqué un gran vent

que va envestir el vaixell per davant.

El féu girar tres voltes amb les aigües;

a la quarta, la popa es va aixecar

i la proa baixà, com volgué un altre,

fins que damunt nostre es tancà la mar».

Aquest fragment apareix al Cant XXVI de l’Infern, és adir, quan Dante ja es troba al Baix Infern, on es castiguen els pecats més greus, just després que el monstruós Gerió els hagi portat als seus lloms a ell i al seu guia Virgili per assolir el vuitè cercle o “Malebolge” (mals fossats o males bosses), i abans d’arribar al gelat Cocit, el cercle novè i darrer dels traïdors. Aquí hi penen els fraudulents (en un sentit ampli de la paraula, doncs inclou alcavots, seductors, aduladors, simoníacs, bruixots, hipòcrites, lladres, mals consellers, sembradors de discordia i de cisma i falsadors) i, en aquest cas concret, Ulisses i el seu company Diomedes es troven a la fossa vuitena del cercle vuitè, dedicada als consellers fraudulents, castigats a cremar eternament envoltats de flames.

Dante veu una flama amb dos caps o flama cornuda, amb dues llengües de foc, i li pregunta a Virgili de qui es tracta i aquest li contesta que a dins hi són martiritzats Ulisses i Diomedes per la farsa del cavall de fusta que obrí la porta de Troia, d’on prové la llavor dels romans, i també castigats per l’engany fet a Deidamia (Ulisses va convencer Aquil.les que el seguís a la guerra i abandonés la filla del rei d’Esciros) i pel furt del Pal.ladi, imatge sagrada de Minerva que es guardava a Troia. Dante demana de parlar-ne, però Virgili li diu que és millor que ho provi ell perquè són grecs. Finalment la doble flama s’acosta i el poeta romà els pregunta “com i quan els va prescriure el bategar del cor”. És aleshores quan comença el fragment sel.leccionat i Ulisses ens relata la seva aventura final, que no coincideix en absolut amb la imatge de l’heroi que ens va transmetre Homer a l’Odissea.

Si seguim el fragment destacat, podem veure que primer fa referència a la fetillera Circe i la seva estada d’un any amb ella a Gaeta i la referencia a Eneas (la seva font principal és evidentment l’Eneida del seu admirat Virgili), doncs la va anomenar així a partir del nom de la seva dida allí morta i enterrada (Caieta).

A continuació, diferint clarament d’Homer, esmenta que ni el record de la dolçor pel fill (Telèmac), ni la pietat pel pare (Laertes) o l’amor per l’esposa (Penèlope) van tenir prou força per retenir-lo. El model d’aquest Ulisses aventurer, que ho sacrifica tot al desig d’explorar i saber (tan humanista i pre-renaixentista), el va llegir Dante a Ciceró i Horaci, i ens explica com va explorar els confins de la terra per l’estret de Gibraltar, les columnes d’Hèrcules, citant les costes d’Espanya i Marroc i l’illa de Sardenya i les ciutats de Sevilla i Ceuta. Aquest va ser el seu darrer viatge, tot un repte per assolir l’inexplorat al qual li escau la famosa arenga que adreça als companys de viatge, els germans que per cent mil perills han arribat fins al límit occidental del món, per encendre en ells el desig del coneixement que omple la vida de l’ésser humà i el diferencia de les bèsties, tot i que ja són vells, i voler arribar a conèixer la part del món deshabitada. Aquestes paraules d’Ulisses encenen els cors de la tripulació que avança en una empresa insensata (“folle”) dins l’hemisferi austral. Quan feia cinc mesos que navegaven, arriben a la muntanya del Purgatori, però l’alegria s’esvaeix per l’arribada d’un temporal que fa volcar la barca i se’ls presenta la mort, “el mar es va cloure damunt nostre”, per voluntat divina i acceptada sense plany, i potser com a càstig per la seva gosadia. Com diu Hugo Friedrich, citat per Borges: el viatge és un desafiament que acaba en una catástrofe, que no és només el destí de l’home simó la paraula de Déu.

En resum, el Dant no coneixia les epopeies d’Homer i la seva informació sobre Ulisses prové d’altres fonts clàssiques de la literatura llatina (Virgili, Horaci, Ciceró, Estaci, Ovidi…) i de fonts medievals llegendàries que narraven altres viatges de l’heroi, com el que el va portar a fundar la ciutat de Lisboa. Els grecs coneixien Lisboa com a Ulyssipo, Olissipo, «Olissipona», doncs creien que derivaba d’Ulisses / Odisseu, atès que aquesta fou la ciutat que va ser fundada per ell a la vora del riu Tajo després de fugir de Troia i abans de partir cap a l’Atlàntic; «Ibi oppidum Olisipone Ulixi conditum: ibi Tagus flumen.», com recollirà posteriorment el poeta èpic portuguès Luís de Camões en Os Lusíadas (1572).

Però més enllà de tot això, la seva intenció és bastir la imatge d’un heroi negatiu, contrari al seu admirat Eneas, pietós, sacrificat, conscient de la seva missió fundadora d’una estirp gloriosa, els romans representats aquí per Virgili. Recordem que l’Ulisses de la Divina Comèdia és a l’infern, castigat per frau al cercle vuitè, i que se’ns relata la seva mort. Per a nosaltres és un heroi modern, agosarat, intel.ligent i astut, fins i tot mentider si cal, proteic i multiforme, més humà i interessant, a diferència del monolític Eneas, preferit pel Dant. Tot i això es pot veure una espurna d’admiració envers l’Ulisses ànima que cantà Joan Maragall, com assenyala Sagarra, quan el nostre poeta li cedeix la paraula i pronuncia el discurs (la “orazion piccola”) que exalta els ànims de la seva tripulació i on podem albirar aquest nou esperit humanista que ja respira l’obra de Dante:

‘Oh germans’, els vaig dir, ‘que per cent mil

perills heu arribat a l’occident,

a aquesta breu vigília dels sentits

que encara ens queda per aprofitar

no li vulgueu negar l’experiència

del món sense habitants, seguint el sol.

Recordeu-vos de la vostra llavor:

no vau ser fets per viure com les bèsties,

sinó adquirint virtut i coneixença.’

Finalment, Borges comenta que tota la Divina Comedia és un repte agossarat, un magne desafiament i que en alguns fragments Dante simbolitza el seu conflicte mental i la càrrega emocional del procés creatiu, i que aquesta és potser la més gran virtut de l’obra: “Dante fue Ulises y de algún modo pudo temer el castigo de Ulises”.

Per a més informació:

Dante Alighieri: Divina Comèdia. Traducció i comentaris de Josep Maria de Sagarra. Quaderns Crema, In Amicorum, 14, Barcelona, 2000.

Borges, Jorge Luis: “El último viaje de Ulises”, en Nueve ensayos dantescos (1982), en Obras Completas vol. IV, Círculo de lectores, Barcelona, 1993, págs. 256-259.

http://www.laserpblanca.com/el-ultimo-viaje-de-ulises-borges-15

Borges, Jorge Luis: Siete noches (1980). “La Divina Comedia” (noche 1), en Obras Completas vol. IV, Círculo de lectores, Barcelona, 1993, págs. 101-115.

http://www.youtube.com/watch?v=AHBYA7-ldQc (audio de la conferencia de Borges)

http://es.wikipedia.org/wiki/Infierno:_Canto_Vig%C3%A9simo_sexto

http://paola-literatura.blogspot.com.es/2011/01/dante-analisis-canto-xxvi.html

http://litiava.blogspot.com.es/2013/09/analisis-del-canto-xxvi-del-infierno.html

http://www.google.es/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=14&ved=0CEMQFjADOAo&url=http%3A%2F%2Frevistas.ucm.es%2Findex.php%2FCFIT%2Farticle%2Fdownload%2FCFIT0000130085A%2F17812&ei=3MvoUurgJ8aS7AbMtoD4AQ&usg=AFQjCNHQ31IPdQeMHe0Z29MOcAcjPTGhDA

CONTE DE NADAL 2

Després de «Quieta nit», publicat a Cròniques de la veritat oculta (1955), avui us ofereixo “Reunió d’alt nivell”, d’Un estrany al jardí (1985), on també es tracta de l’assumpte en qüestió amb peculiar ironia i s’ofereix una solució al dilema de triar entre les diferents tradicions nadalenques: Pare Noel o tres Reis d’Orient?

REUNIÓ D’ALT NIVELL

Llegeix el conte aquí

CHRISTMAS SPIRIT

http://www.flickr.com/photos/andertoons-cartoons/sets/72157624350192254/

http://goodcomics.comicbookresources.com/2006/12/16/golden-age-christmas-the-christmas-spirit-of-1941/

http://www.angelfire.com/art/wildwood/xmas.html

CONTE DE NADAL 1

A més del mestres del conte de Nadal en llengua anglesa (penso en els tres meus favorits: l’Scrooge deDickens, el regal de O.Henry i la història d’Auggie Wren de Paul Auster), nosaltres tenim un autor que van conrear sovint i de forma molt personal aquest subgènere. Us n’oferiré dos exemples del Pere Calders. El primer és força conegut pel seu factor sorpresa i perquè va ser dramatitzat,. entre d’altres relats de l’autor, a l’Antaviana de Dagoll Dagom.

PERE CALDERS: QUIETA NIT

Tot just acabàvem de sopar (i sentíem encara el pessigolleig del xampany al nas), quan van trucar a la porta.

L’Agustina, des de la cuina, tombà una cadira en alçar-se. Qui sap quina atenció ens va correspondre a tots, que acordàrem un silenci i ens miràrem els uns als altres, seguint amb l’oïda la fressa lenta de la minyona. El passador va fer el xerric de sempre i, en canvi, l’Agustina deixà sentir una exclamació tan desacostumada, que l’Ernest intentà acudir-hi ràpidament. Però no tingué temps, perquè la figura rodona i vermella d’un Pare Noel obstruí la porta del menjador. Duia un sac de tela blanca a l’esquena, i les filagarses de la barba el van fer esternudar dues o tres vegades.

– Fa fred, al carrer – va dir, per justificar-se. I, de seguida, mentre picava de mans (potser per desentumir-se o per encomanar animació ), preguntà –: ¿On són els nens?

L’Ernest el va agafar per la mànega i el contacte de la franel·la li donà una esgarrifança.

– Són a dalt, dormint. Però si no parla més baix, els despertarà –digué.

– El despertar nens forma part de la meva feina.

La Isabel va enutjar-se i (vet ací una virtut seva) ens va tornar l’aplom a tots amb unes paraules plenes de sentit:

– Li han donat una mala adreça. En aquesta casa fem Reis.

Estirà el braç dret, assenyalant el pessebre que ocupava tot l’angle de l’habitació, i va mantenir una actitud estatuària, esperant que la visita comprengués el mal gust d’una més llarga permanència.

El vell deixà el sac a terra calmosament, va abaixar el braç de la Isabel amb un gest despreocupat i contemplà el pessebre durant una bona estona.

– És infantil –digué al final, pejorativament.

Va estar a punt d’escapar-se-li el riure, però es dominà, en un visible esforç per no ofendre. I això no obstant, a despit de l’aire superior que irradiava d’una manera natural, observàrem que se sentia molest.

Ens havíem alçat tots nosaltres, i a cada un dels silencis que es produïen es feia més evident que la situació podria esdevenir tensa d’un moment a l’altre. La mare, deliberadament impregnada d’esperit nadalenc, volia enllestir l’escena sense ferir els sentiments de ningú, i a intervals gairebé regulars es dirigia al Pare Noel i li deia:

– Si abans d’anar-se’n volgués prendre una copeta…

Però ell es veia particularment entossudit a demostrar que no s’equivocava mai i que si havia entrat a casa era perquè l’assistia alguna raó important. No era qüestió de nens ni de joguines, digué, sinó d’evitar que la institució que representava pogués incórrer en desprestigi.

– Podeu suposar que no vaig casa per casa, a cegues, preguntant si necessiten cavalls o nines de cartó.

– Qui sap! –contestà la Isabel–. Els protestants es valen de recursos més absurds, encara, per a obtenir la difusió de llurs idees.

Semblava que aquestes paraules, pel to en què foren dites, havien d’irritar el Pare Noel. Però amb tota calma, gairebé amb un somriure de bonhomia, respongué:

– Això no té res a veure, senyoreta. Seria pueril! Cada any porto regals als nebots d’un bisbe que tothom diu que arribarà a cardenal.

L’Enric , que fins llavors havia callat, intervingué per dir:

– Ens estem allunyant del tema. Ací som liberals i ja va bé que cada u pensi com vulgui. Però en aquest cas se’ns ofereix un servei que no creiem haver sol·licitat.

– Potser no; però jo no puc admetre que m’arribés a succeir el que passa als bombers, que quan algú, per error o estulta diversió, els dóna l’alarma d’un foc que no existeix, tothom afirma no saber-ne res.

Una vegada més la Isabel trobà paraules definitives:

– Sigui com sigui, actua a la descoberta. En aquesta casa no fem arbre. Té algun sentit la seva presència, sense l’arbre?

El Pare Noel va desconcertar-se i àdhuc empal·lidí visiblement. Es recolzà a la taula, mentre passejava una mirada perduda per tot el menjador.

En aquell moment van baixar el nen i la nena, amb els ulls esbatanats. La nena, assenyalant el vell, preguntà:

– Qui és aquest municipal tan estrany?

– És el Santa Claus, bleda. Te’l vaig ensenyar fa poc en un anunci de “Saturday Evening Post” –va respondre el nen.

La Isabel, a qui la presència dels petits havia fet créixer l’enuig, es dirigí severament a l’Ernest, en to de reny.

– Veus? Per això em sap greu que portis aquesta mena de revistes.

I, aprofitant la frase començada, mirà de reüll el Pare Noel i afegí:

– Fullejant-les, els nens s’acostumen a idees i noms que ens són absolutament forasters.

El nostre visitant va incorporar-se. Semblava com si, d’una manera sobtada, li hagués vingut la inspiració d’una rèplica. S’ajupí i preguntà al nen:

– Tu no has demanat una escopeta?

– Sí.

– Ja ho veuen. Això vol dir que no m’he presentat sense més ni més. Porto l’escopeta demandada.

Però el nen, a qui havien inculcat, com a tots els membres de la família, un fort sentiment d’equip, no es va deixar seduir.

– Quina mena d’escopeta porta?

– És d’aire comprimit, automàtica, amb balins de plom.

– Ah, no! Així no. Com aquesta que diu, en tinc dues d’arraconades, que guardo només per a quan ens vénen a veure criatures més petites. Jo vaig demanar una Sanger calibre 22, amb mira telescòpica. En té alguna d’aquestes?

– No.

El nen es va arronsar d’espatlles com si ni tan sols valgués la pena de parlar-ne. Un somriure de polemistes satisfets es va fer inevitable en cada un de nosaltres. El Pare Noel, tan ponderat en les estampes, va donar un cop de puny damunt la taula.

– Vaja, prou! Estic acostumat que em rebin bé. A veure si hauré de demanar per favor que m’acceptin uns quants obsequis!

– Ací no hem demanat res.

– Si fos cert això constituiria una raó de més per a estimar una generositat tan espontània.

La mare va trobar, de sobte, que la qüestió presentava un caire nou.

“De totes maneres, si el senyor s’entesta a deixar alguna cosa i no hem de signar cap paper…” Però la Isabel li va tallar la frase:

– Mamà! No podem prescindir dels sentiments, per uns quants regals.

Els nostre visitant, les galtes del qual anaven perdent la vermellor de la bonhomia per a adquirir un indescriptible matís d’irritació, va dedicar a la Isabel unes paraules que podien semblar impertinents. I fou aleshores que l’Eudald, el jove esportiu de la família, el dels impulsos arrauxats i sense mesura, intervingué per primera vegada. Va agafar el Pare Noel per la roba i li digué, amenaçadorament:

– Si no fos per l’uniforme que porta!…

Aquesta escena ens va fer estremir a tots. Perquè un pot tenir les creences que vulgui i arribar a cloure’s dins dels cercles més hermètics, però l’espectacle de la democràcia no ha desfilat d’una manera vana davant els nostres ulls, i ens ha quedat un respecte mínim pels símbol i les representacions d’allò que creuen els altres. La situació, doncs, ens omplí de pena. La mare es va tapar la cara amb un tovalló, somicant, i es queixà que, entre tots, li donàvem una nit de Nadal horrible.

– Senyora: pensi que jo també pateixo– digué el Pare Noel.

I llavors, com si aquestes paraules seves condensessin una suposada crueltat nostra, adoptà un to patètic i ens dirigí un sermó.

Va parlar-nos de la significació resplendent del Nadal, dient que no es deixava portar per la vanitat si afirmava que ell constituïa una de les al·legories més simpàtiques de la diada. “Gairebé a tot el món, milions de nens esperen la visita del vellet revestit de santedat, i fins la gent d’una més primària educació em rep a besades.” (Això darrer, naturalment, ho digué amb una marcada reticència.)

– Suposem –prosseguí– que jo m’hagi presentat per error, o bé, fins i tot, guiat per un afany de proselitisme. I què? La meva causa és noble. Almenys se’m podia oferir seient. Si vostès mateixos, quan l’ocasió arriba, procuren deixar un plat amb aigua i rosegons de pa per als camells dels Reis, ¿no sóc mereixedor d’una més gran gentilesa?

Va ser aclaparador. La mare agità una campaneta i ordenà a l’Agustina que servís moscatell i neules. L’Eudald, amb els ulls humits, va allargar una mà ampla, penedida, i digué, balbucejant, que d’ell, a les bones, se’n podia treure el que es volgués.

S’inicià llavors un breu intermedi de calma. Ens miràvem els uns als altres amb un somriure encantat, i una gran capacitat de perdó ens anava donat somnolència espiritual. L’Ernest, amb un aire perdut i a baixa veu, començà a cantar Quieta nit, i tots vàrem perdre el desfici d’anar seguint el pas del temps.

Qui sap l’estona que hauria durat aquesta pau, si no l’hagués interrompuda el nen:

– Com quedem, doncs? Que fem el salt als Reis?

Heus ací, novament, el problema i la seva indefugible nuditat.

La Isabel va alçar-se d’una revolada i anava a dir alguna cosa amb un clar posat de violència, però el nostre visitant l’aturà amb un gest de les mans. De cop va captenir-se de la manera més elevada que li és generalment atribuïda i va dir:

– Ja me’n vaig. No cal que reprenguem el joc de les paraules dures. Seria inútil negar que la maduresa adquirida pels Drets de l’Home ha ocasionat un esmussament de la fantasia; ja no es poden fer miracles sense el permís explícit de l’interessat. La gent està tan feta malbé pels progressos de la ciència, que no admet més d’un prodigi metafísic per any…

Ignoro en virtut de quina simpatia va captar el curs del meu pensament. El cas és que les seves darreres paraules foren per a mi; va donar-me un cop amical a l’esquena, mentre em deia:

– I vostè no s’amoïni. Cregui’m.

La mare, en un afuament de la seva hospitalitat, ordenà:

– Agustina: ajudi el senyor a carregar-se el sac.

El Pare Noel, així, va anar-se’n tal com havia vingut, omplint amb la seva silueta tot el marc de la porta.

Tot just començava a perdre’s el seu trepig damunt la grava del jardí, que el nen es va posar a plorar a crits, dient que volia l’escopeta. La Isabel li va pegar, i reprenguérem després la placidesa nadalenca.

VIRGILI: L’ENEIDA. PER A NO PERDRE’S PER L’HADES: ENEAS

ENEAS AL REGNE DEL MORTS (Virgili: Eneida, Llibre VI)

Descens d’Eneas al reialme dels morts (anomenat Avern, Orc, Dis, Èreb i d’altres moltes formes).

Després d’abandonar Dido per designi dels déus, el seu pare, Anquises, se li apareix en somnis i li diu que vagi a Cumes, on la Sibil.la l’ajudarà a arribar a l’Avern.

Arriba a Cumes (prop de Nàpols), on es troba la Sibil.la (sacerdotessa d’Apol.lo i profetessa). Per entrar li cal la branca d’or, enterrar el cadàver de Misè, fill d’Eol, i seguir un ritual de sacrificis… Davalla amb la Sibil.la amb l’objectiu de trobar-se amb el seu pare, Anquises.

Els sobirans del regne dels morts són Plutó (Dis) i Prosèrpina. Les ànimes que l’habiten són les Ombres, i el Caos és l’espai tenebrós del món subterrani.

Antecedents de catàbasi (descens als inferns) esmentats al Llibre VI: Orfeu, Pòl.lux, Teseu i Hèrcules, el gran Alcida.

Descripció de l’Avern, per part de la Sibil.la de Cumes: “Les portes del negre Dis són obertes nit i dia”, “Tot l’espai central és ple de boscos i els envolta el Cocit lliscant amb les seves negres sinuositats…”.

Hi ha quatre rius: Aqueront, Flegetont, Estix i Cocit, el riu de les Eumènides. L’Aqueront va a parar al Cocit (“vomita tot el seu llot en el Cocit”); només les ombres/ànimes dels difunts sepultats poden travessar-lo. Cal també travessar la llacuna Estígia, que recull les aigües de l’Estix. I a l’Elisi hi ha un altre riu, el Lete, que produeix en les ànimes l’oblit de la vida passada a la terra.

Estructura de l’Avern:

“Avançaven com ombres en la solitud de la nit a través de la fosca, de les estances desertes de Dis, dels sens reialmes espectrals: com algú que camina entre els arbres sota l’escassa claror d’una lluna inestable, quan Júpiter ha cobert d’ombres el cel i la fosca de la nit ha deixat el món sense colors. Davant el vestíbul mateix, davant les primeres gorges de l’Orc, tenen el seu estatge el Plor i els Remordiments venjatius, hi habiten les pàl·lides Malalties i la trista Vellesa, la Por, i la Fam, que és mala consellera, i la sòrdida Pobresa, espectres d’aparença terrible, i la Mort i el Sofriment; després el Sopor, germà de la Mort, i els Plaers que danyen l’ànima, i a la porta d’enfront, la mortífera Guerra, les alcoves de ferro de les Eumènides, i la folla Discòrdia amb la seva cabellera d’escurçons lligada amb cintes sangonoses. Al mig, estén el seu brancatge i els seus braços seculars un om frondós, immens, on, segons la creença general, fan estada els Somnis vans, arrapats a totes les seves fulles. A més, nombrosos espectres de diverses bèsties monstruoses tenen els seus estatges davant aquestes portes: els Centaures, les Escil·les de doble cos, Briareu amb els seus cent braços, la bèstia de Lerna amb els seus horribles xiulets, la Quimera armada de flames, les Gòrgones, les Harpies i la forma del Fantasma de triple cos.” (es refereix a Geríon)

1.      Morts sense sepultura: “Tota aquesta multitud que veus és la gent mancada de tot i sense sepultura”. Mancats d’honors funeraris, no poden travessar l’Aqueront (entre ells, Palinur).

2.   Riu Aqueront, per travessar-lo cal pujar a la barca de Caront i pagar amb l’òbol. Eneas i la Sibil.la ho fan gràcies a la branca daurada.

3.    Pre Infern: la Sibil.la adorm Cèrber, gos monstruós de tres caps que guarda l’entrada. En el primer llindar hi són els infants, els innocents acusats en fals. S’esmenta a Minos com a jutge (més endavant sortirà el seu germà Radamant). Després, els suïcides (on entre d’altres hi apareix Dido), i, en els camps més extrems, els guerrers famosos: troians i grecs (Deífob, fill de Príam i Hècuba que es casà amb Hèlena després de la mort de Paris; es recorda el final de Troia).

«S’acosta la nit, Eneas, i nosaltres passem les hores en lamentacions. Aquest és el lloc on el camí es bifurca en dues direccions: el de la dreta mena a la fortalesa del poderós Dis, i és el que ens durà a l’Elisi; el de l’esquerra porta al compliment del càstig dels malvats i els envia al Tàrtar inclement.»

4.      Infern

4.1.Tàrtar (càstig): ho descriu la Sibil.la perquè Eneas no pot entrar. Governat per Radamant i vigilat per una de les Fúries, Tisífone, al voltant de la fortalesa de triple muralla gira un riu impetuós de flames ardents, el Flegetont. Hi són els Titans, Tícios, Ixíon, Pirítous, Teseu, Flègias

4.2. Elisi (premi): per entrar torna a oferir el branquilló d’or a la deesa Prosèrpina. Veu el riu Lete i es troba amb el seu pare, Anquises; li explica l’origen del món i els misteris de la vida a l’inframón, i el procés de reencarnació; finalment hi desfilen les ànimes que s’encarnaran en els principals personatges de la història de Roma: Silvi (el darrer fill d’Eneas i Lavínia), Procas, Capis, Numitor, Silvi Eneas, Ròmul, Numa, Tul.lus, Cèsar August i tota la descendència de Iulus, Marcel, Claudi Marcel (qui probablement hagués estat el successor d’August, però morí als 19 anys)… tot destacant el paper de Roma en el govern del món:

“D’altres, ho reconec, seran potser més hàbils a arrencar vida al bronze, sabran treure del marbre rostres vivents, defensaran millor les causes, descriuran amb el compàs els moviments de l’univers i prediran la sortida dels astres: tu, romà, no oblidis (aquestes seran les teves arts) que has de governar els pobles amb el teu imperi i coronar la pau amb la llei, perdonar els qui se sotmetin i abatre els superbs.”

 

(les cites són de la versió de Joan Bellès, publicada a Empuries)

Més informació a:

Hades i el Regne dels Morts a “Laberint” + Viatge al Regne dels Morts

Explora l’Hades (en anglès)


Els viatges d’Eneas (mapa interactiu)

Los viajes de Eneas (mapa interactivo)

hades

 

HOMER: L’ODISSEA. PER A NO PERDRE’S PER L’HADES: ODISSEU / ULISSES.

DESCENS A L’HADES D’ODISSEU (Homer: L’Odissea, final Cant X i Cant XI)

Final Cant X:

Circe aconsella Odisseu (o Ulisses, a qui sovint anomenen en epítet èpic “Laercíada, nodrissó de Zeus, molt enginyós Odisseu”) d’anar a l’Hades i escoltar l’oracle de Tirèsias:

“Cal que facis un altre viatge i que arribis fins a la mansió d’Hades i de la terrible Persèfone per consultar l’esperit del cec endeví de Tebes, Tirèsias.”

Descripció:

“Quan hagis traspassat l’Ocèan amb la nau i arribis a una costa baixa on hi ha els boscos de Persèfone, amb alts pollancres negres i salzes que no donen fruit, amarra-hi l’embarcació arran de l’Ocèan de corrents profunds i vés a la mansió d’Hades, tota coberta de verdet. Hi ha un lloc a l’Aqueront on desemboquen el Piriflegetont i el Cocit, que és una branca de l’aigua de la llacuna Estígia.”

S’esmenten els rius:

        Aqueront (“riu de l’aflicció”), a la seves ribes hi ha el Prat dels Asfòdels.

        Piriflegetont (“riu del foc ardent”)

        Cocit (“riu de les lamentacions”)

I l’Èreb, l’abisme tenebrós entre la terra i l’Hades.

Circe li ordena de fer libacions i sacrificis i sobre aquests li comenta:

“I tu amb l’espasa punxeguda desembeinada d’arran de la cuixa, asseu-te i no permetis que els caps mancats de força dels morts s’acostin a la sang abans que hagis fet preguntes a Tirèsies”.

Al final d’aquest cant, Elpènor, un company d’Odisseu, mor accidentalment.

Cant XI: El reialme dels morts.

La nau d’Odisseu arriba als confins de l’Ocèan on hi ha la terra dels cimmeris, sempre en tenebres. Segueix les instruccions de Circe i des de l’Èreb acudeixen les ànimes dels difunts i  l’heroi no permet que s’atansin a la sang, que els atrau poderosament.

Ànimes que compareixen:

        Elpènor: li explica com va morir i li demana de ser enterrat.

       L’ànima de la seva mare, Anticlea, que es va suïcidar (va morir de pena pel seu fill).

        Tirèsias de Tebes, que beu la sang i li explica l’oracle: com podrà tornar a Ítaca i com acabaran les seves aventures (feliçment si fa el que li diu).

A partir d’aleshores, seguint el consell de Tirèsias, deixa acostar-se a la sang i beure als difunts amb qui vol parlar o de qui vol saber les seves històries:

        De nou la seva mare, amb qui conversa i li explica com va morir i la situació a Ítaca (la dona, el pare, el fill…)

        Un seguit de dones, totes les que havien estat esposes o filles d’herois: Tiro, Antíope, Alcmena, Mègara, Epicasta (Iocasta, mare d’Èdip), Cloris, Leda, Ifimedea, Fedra. Procris, Ariadna, Mera, Clímene, Erifile.

        Agamèmnon: assassinat a la tornada de Troia per la seva esposa, Clitemnestra, i el seu amant, Egist. Li diu que desconfiï de les dones, tot i que afegeix: “A tu no t’arribarà la mort de mans de la teva esposa”.

        Després apareixen les ànimes del Pelida Aquil.les, Pàtrocle, Antíloc, Aiant (amb qui Odisseu va disputar-se les armes d’Aquil.les), Minos (que administra la justícia als morts), els gegants Orió i Tici (que pateix un suplici semblant al de Prometeu), Tàntal (patint set i gana eternals), Sísif (sostenint l’enorme pedra), Hèracles (amb esment dels 12 treballs que l’imposà el seu cosí Euristeu, especialment quan va baixar a l’Hades a per Cèrber).

Finalment, espaordit, Odisseu decideix marxar i embarcar de nou cap a l’illa d’Eea, on el primer que fan és enterrar Elpènor, i després parlar amb Circe sobre la resta del seu viatge.

(Les cites són de la traducció de Joan Alberich.)

Més informació:

Odissea: el retorn d’Ulisses

Hades i el Regne dels Morts a “Laberint” + Viatge al Regne dels Morts

Explora l’Hades (en anglès)

hades